jueves, 19 de julio de 2012

Libro| Marxismo y Cuestión Nacional - I. Stalin


El período de la contrarrevolución de Rusia no ha traído solamente "rayos y truenos", sino también desilusión respecto al movimiento, falta de fe en las fuerzas comunes. Cuando creía en un "porvenir luminoso", la gente luchaba junta, independientemente de su nacionalidad: ¡los problemas comunes ante todo!, Pero cuando en el espíritu se insinuaron las dudas, la gente comenzó a dispersarse por barrios nacionales: ¡que cada cual cuente sólo consigo! ¡El "problema nacional" ante todo!

Al mismo tiempo, se producía en el país una seria transformación en la vida económica. El año 1905 no pasó en vano: los restos de la servidumbre en el campo sufrieron un nuevo golpe. Las cosechas buenas que siguieron a los años de hambre y el auge industrial que se produjo después, hicieron avanzar al capitalismo. La diferenciación en el campo y el crecimiento de las ciudades, el desarrollo del comercio y de las vías de comunicación dieron un gran paso adelante. Esto es particularmente cierto en lo que se refiere a las regiones de la periferia y no podía por menos de acelerar el proceso de consolidación económica de las nacionalidades de Rusia. Estas tenían necesariamente que ponerse en movimiento.

Contribuyó también al despertar de las nacionalidades el "régimen constitucional", instaurado durante este período. El aumento de los periódicos y de la literatura en general, cierta libertad de prensa y de las instituciones culturales, el desarrollo de los teatros populares, etc. contribuyeron, sin duda, a fortalecer los "sentimientos nacionales". La Duma, con su campaña electora y sus grupos políticos, dio nuevas posibilidades para reavivar las naciones y un nuevo y amplio campo para movilizarlas.

La ola del nacionalismo belicoso levantada desde arriba y las numerosas represiones desencadenadas por los "investidos de Poder" para vengarse de la periferia por su "amor a la libertad", provocaron, como reacción, una ola de nacionalismo desde abajo, que a veces llegaba a ser franco chovinismo. Son hechos conocidos de todos: el fortalecimiento entre los judíos del sionismo; en Polonia, el creciente chovinismo; entre los tártaros del panislamismo; entre los armenios, los georgianos y los ucranianos, el recrudecimiento del nacionalismo; la propensión general de las gentes de espíritu pequeñoburgués al antisemitismo.

En este momento difícil, incumbía a la socialdemocracia una alta misión: hacer frente al nacionalismo, proteger a las masas contra la "epidemia" general. Pues la socialdemocracia, y solamente ella, podía hacerlo contraponiendo al nacionalismo el arma probada del internacionalismo, la unidad y la indivisibilidad de la luchade clases. Y cuanto más fuerte fuese la oleada de nacionalismo, más potente debía resonar, la voz de la socialdemocracia en pro de la fraternidad y de la unidad de los proletarios de todas las nacionalidades de Rusia. En estas circunstancias, se requería una firmeza especial por parte de los socialdemócratas de las regiones periféricas, que chocaban directamente con el movimiento nacionalista.

Pero no todos los socialdemócratas, y en primer lugar los de las regiones periféricas, acreditaron estar a la altura de su misión. El Bund, que antes destacaba las tareas comunes, empezó a poner en primer plano sus objetivos particulares, puramente nacionalistas: la cosa llegó a tal extremo, que proclamó como uno de los puntos centrales de su campaña electoral la "celebración del sábado" y el "reconocimiento del yidish". Tras el Bund siguió el Cáucaso: una parte de los socialdemócratas caucasianos, que antes rechazaba, con los demás socialdemócratas caucasianos, la "autonomía cultural-nacional", la presenta ahora como reivindicación inmediata. Y no hablemos ya de la conferencia de los liquidadores, que sancionó diplomáticamente las vacilaciones nacionalistas.

De esto se deduce que las concepciones de la socialdemocracia de Rusia en cuanto a la cuestión nacional no están claras aún para todos los socialdemócratas. Es imprescindible, evidentemente, proceder a un estudio serio y completo de la cuestión nacional. Es necesario un trabajo coordinado e infatigable de los socialdemócratas consecuentes contra la niebla nacionalista, de dondequiera venga.

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